sábado, 7 de noviembre de 2009

Antiguos Orígenes Orientales de la Cocina Extremeña


La escasa literatura gastronómica que se ha ocupado de la cocina extremeña ha señalado dos importantes características definitorias de la forma de entender la cocina en esta tierra ancestral. Por un lado destaca su carácter recio y austero y, por otro, la posición central que ocupa el cerdo en dicha cocina junto con el ajo y el laurel. La cocina tradicional extremeña es una cocina de aromas, una cocina intensa y sólida propia de gentes de campo habituadas a un duro trabajo, una cocina tenaz propia de un pueblo de infatigables conquistadores. Sus platos más importantes se crearon en el ambiente campestre en el que se movían los antiguos pastores y cazadores de cuyas necesidades alimentarias surgieron, entre otras, creaciones emblemáticas como la caldereta de cordero, las migas, la elaboración de magníficos chorizos y sublimes jamones, el gazpacho, el frite, la cachuela, la morcilla patatera (festejado mestizaje entre Europa y el Nuevo Mundo) o el cocido extremeño.

Caldereta extremeña

1 kg. de carne de cordero limpio,1 dl. de aceite de oliva, 150 grs. de cebolla, 2 dl. de vino blanco de pitarra, 40 grs. de pan frito, 3 dientes de ajo, 2 hojas de laurel, 1 cucharadita de pimentón dulce, 3 pimientos choriceros, 100 grs. de hígado de cordero y sal

Poner en remojo con agua templada los pimientos choriceros. Pelar y picar la cebolla. Cortar el cordero en trozos regulares y sazonar. Freír en aceite los dientes de ajo y apartarlos cuando estén dorados.

En la misma grasa de freír los ajos, sofreír el cordero, la cebolla y las hojas de laurel. Añadir el pimentón, mojar con el vino y continuar con la cocción hasta que reduzca un poco. A parte, hacer un majado con el pan, el ajo frito, el hígado a la plancha y la pulpa de los pimientos choriceros hasta formar una pasta homogénea. Diluir con un poco de agua e incorporar a la caldereta. Poner a punto de razonamiento. Dejar cocer unos minutos más hasta que la carne esté tierna.

Migas del Campo Arañuelo

500 grs. de pan del día anterior, 100 grs. de chicharrones, 4 dientes de ajo, 100 grs. de chorizo, 2 pimientos encarnados, 2 dl de aceite de oliva virgen, 100 grs. de tocino para hacer torreznos, comino, agua y sal

Cortar el pan en trozos pequeños. Machacar un diente de ajo con sal disolviéndolo con un poco de agua. Con este majado, calar las migas y reservar.
En una sartén con aceite freír los tres dientes de ajo. Cuando estén fritos, apartarlos. A continuación, freír el tocino y retirar. Seguidamente, freír los chicharrones y el chorizo. Reservar todo.

En la misma sartén freír los pimientos sin piel y sin pepita. Cuando estén tomando color, incorporar las migas, remover lentamente hasta que estén bien rehogadas y sueltas. Sazonar todo al final con sal y comino. Servir las migas acompañadas de torreznos, chorizo, chicharrones y los ajos fritos.

Frite de cordero de los pastores extremeños con tortilla de pan

1 pierna de cordero deshuesada (1,3 kg. aprox), 100 grs. de miga de pan, 100 grs. hígado de cordero, 2 dl de leche, 1 dl aceite de oliva, perejil picado, 100 grs. de cebolla, 1 diente de ajo, 100 grs. de pimiento rojo, 4 huevos, 2 cucharadas de pimentón dulce, 50 grs. de pan,1 L. de vino blanco, ½ cabeza de ajo y 200 grs. de patatas

Trocear la pierna de cordero. A continuación en una cazuela dorar los trozos de cordero con el hígado. Incorporar la cebolla, el pimiento picado y el pimentón. Retirar el hígado y reservar. Añadir el vino blanco y dejar cocer.

A parte, freír el pan y los ajos y añadir el hígado para triturar todo con la batidora con un poco de caldo. Incorporar al guiso, y dejar cocer a fuego lento. Añadir las patatas y terminar de cocer.

Para elaborar la tortilla de pan, mojamos la miga de pan con la leche, echamos el perejil picado, los ajos picados y los huevos batidos. En una sartén con un poco de aceite, cuajar como una tortilla.

A la hora de presentarlo, poner en un plato el frite con triángulos de tortilla de pan.


aldea sur Extremadura Kurt Hielscher

La mejor representación de la cocina extremeña sería su larguísima tradición de potajes, carnes, aves, cazas, escabeches y dulces, testimonios de una cocina popular o doméstica transmitida de generación en generación y que guarda una intimísima relación con los productos que en la tierra de Extremadura se dan. Este bagaje culinario define perfectamente el carácter propio de una cocina sencilla y directa, del terruño, libre de artificios, ajena a añadiduras superfluas, cuyas viandas magníficamente representadas por el cerdo, el cordero, el cabrito, el pavo (llegado del Nuevo Mundo), el pollo de campo, las gallinas, el conejo y la liebre se perfuman, se matizan con el ancestral uso del ajo, la cebolla, el perejil, el romero, el laurel, el tomate (también llegado del otro lado del Atlántico) y el ancestral aceite de oliva.

Cabrero- Eugene Smith

El origen histórico de la cocina extremeña presupone el conocimiento de los comportamientos vitales de las gentes que vivieron sobre el área geográfica extremeña, área definida gracias a su innata indefinición. Oníricamente, el término Extremadura comporta las Extremaduras, tierras sin nombre, suelos sin límites estables, difuminados en belicosas marcas, tierras de gentes sometidas a flujos y reflujos, donde unas veces quedaban borradas sus lindes y otras se restablecían, tierras que se ensanchaban o se mermaban según los vaivenes fronterizos del Islam.

pastores en ruinas romanas

La historia de la cocina extremeña es la historia de la alimentación popular de las gentes que poblaron sucesivamente estas tierras, tanto las del norte, como las del sur y el oeste y en las que se encontraron todas aquellas antiguas culturas asentadas en la Península Ibérica. La cocina extremeña es un ancestral legado romano, bárbaro, musulmán y sefardí, unido a la impronta que dejaron los cántabros, astures, leoneses y castellanos con sus entradas de ganados en los meses otoñales y, por último, pero en absoluto menos importante, la riquísima influencia en los guisos extremeños de las especias y materias primas traídas de la azarosa aventura del maravilloso Nuevo Mundo. De este interminable legado nace el conglomerado étnico y religioso (paganismo, cristianismo, Islam y judaísmo) de las gentes que poblaron estas tierras y que llevó a conformar las formas y modos culinarios de las míticas Extremaduras.

Musulmanes, judíos y cristianos convivieron en las principales ciudades de las Extremaduras, entreverándose tradiciones y costumbres, si bien unos seguían el Corán, otros la Torá y el resto los Evangelios. El encuentro, y a veces el desencuentro, culinario entre estas culturas contradictorias y complementarias viene simbolizado por el cerdo y el cordero.

Fiesta1

El cerdo, viejo totem y santo patrón de las mesas extremeñas, acoplado en estas tierras desde tiempos inmemoriales, verá despreciadas sus carnes por el Islam. Sin embargo, los musulmanes comen la carne de cordero, sacrificado ritualmente al amanecer, con la cabeza dirigida a la Meca, por una persona de religión. Las gentes del Islam fueron respetuosas con la lengua, costumbres y modo de ser de las gentes del Libro ya fueran judíos o cristianos que gozaron del estatuto de protegidos del Islam. Tal clima de tolerancia se aplicó a la raza del cerdo ibérico que siguió siendo criado en las mismas zonas que en época romana y visigoda por núcleos importantes de hispano-godos llamados mozárabes, residentes en las principales ciudades y villas de gobierno islámico pero que se mantienen fieles a su fe religiosa. Todo lo opuesto de aquellos otros hispano-godos convertidos al Islam, nuevos musulmanes o muladíes que adoptaron pronto costumbres y modos de ser de las gentes de Muza, eludiendo el consumo de la carne de cerdo. Protegido, pues, el cerdo por la tolerancia del Islam y más tarde por las reglamentaciones medievales de los Concejos extremeños acerca de la protección de los extensos bosques de encinas y alcornocales plagados de bellotas, este animal no encontrará nunca terrenos apropiados, ni ecológicamente más predispuestos a su desarrollo y prosperidad que estas tierras de las grandes Extremaduras.

extremadura_sigloXVIII

Las gentes del Islam introdujeron en estas tierras sus costumbres gastronómicas con tal acierto que hay que reconocer que en aquella gloriosa cocina islámica se encuentra la paternidad de muchos de los más meritorios platos extremeños. Entre ellos encontramos platos de tradición mudéjar como:

Lobo de río en pan

6 lomos de trucha, 250 grs. de fondeado de cebolla, ½ dl. de aceite de oliva virgen, 6 obleas, 1 huevo batido, jengibre en polvo, pimienta negra molida, azafrán, galanga y sal.

Una vez limpios los lomos de trucha, se sazonan con las especias bien molidas y la sal. Hacer un fondeado con el aceite y la cebolla y reservar.

Tomar una oblea, poner encima el lomo de trucha especiado y sobre éste el fondeado de cebolla. Pegar los bordes de la oblea con un poco de huevo batido mezclado con agua y cerrando todo con los dedos para que se pegue. Pintar con huevo por encima y hornear a 170º C. durante 15 minutos.


Dobladura de ternera con higos pasos

12 higos pasos, 1 kg. de cadera de ternera, ½ l. de caldo de carne, 2 cebollas
100 grs. de arrope, 35 grs. de vinagre, un trozo de miga de pan, hierbabuena, canela, jengibre, clavo y sal

Salar la ternera y poner en una placa con un poco de aceite de oliva. Meter en
el horno a temperatura moderada, para que se ase lentamente, dándole la vuelta a menudo. Una vez que esté a media cocción, añadir un par de cacillos de agua. En poco más de una hora estará asado. Retirar del fuego y dejar enfriar.

Poner en una cazuela un poco de aceite con la cebolla finamente picada y sofreír. Echar a la misma cazuela la carne de ternera cortada en dados medianos y agregar el arrope para dejar hervir el conjunto durante 2 o 3 minutos. Majar las almendras en un mortero con miga de pan previamente empapada en vinagre.

Agregar el sofrito a la cazuela con los higos pasos previamente hidratados durante dos o tres horas. Sazonar con las especias ya trituradas en el mortero y mojar con el caldo de carne, dejando cocer el conjunto lentamente hasta que la carne esté blanca.

Servir con hierbabuena picada espolvoreada por encima y tres higos de guarnición.

Los ensopados recibían el nombre de taríd, a base de pan migado, de los que conoció el pueblo musulmán una gran variedad, y en los que no es difícil reconocer los antecedentes de las extremeñas migas e incluso la típica sopa de ajo. Las gachas, denominadas bulyat a base de harina de trigo y aceite, son semejantes a las puchas o la poleá. Aquel salmorejo a base de mucha agua, ajo, sal y vinagre, es la creación en la que reconocemos el antecedente de nuestros gazpachos como el ajo blanco o el cojondongo.

Puchas

200g de harina, agua, canela, azúcar, aceite, pan.

Mezclar el agua templada con la harina hasta conseguir una crema fina.
Cocerla a fuego lento hasta que nos quede espesa. Freír tostones de pan.
Agregar la canela y los tostones de pan a la crema de harina. Servir en frío.

Cojondongo

Agua, aceite de oliva, vinagre, sal, ajo y pan.

Hacer un majado de ajo y pan. Añadir abundante aceite de oliva. Agregar el vinagre, la sal y agua fría.

Este sencillísimo y refrescante plato tuvo su origen en la macarraca, plato que se tomaba a media mañana en los días calurosos y que se hacía en el campo o en el monte sobre la marcha, ya que segadores y pastores llevaban consigo todos los ingredientes: agua fresca en un barril de barro, aceite, vinagre, sal, ajo y pan, que al ser integral y de trigo duro, se conservaba durante muchos días en costales de lona. Sólo había que majar en el dornillo, cuenco de madera de encina, el ajo, el pan y abundante aceite. Se le añadía el vinagre, la sal y el agua y ya estaba listo. A veces, se migaban con sopones, grandes trozos de pan. Antaño se acompañaba de algún racimo de uvas o aceitunas. Hay que tener en cuenta que su objetivo era refrescar, pero sin llenar en demasía, pues había que continuar el duro trabajo. Tras el periplo colombino y la llegada a las duras tierras extremeñas de los mágicos productos del Nuevo Mundo, se suprimió parte del agua y se transformó en una especie de pasta a la que se incorporó un abundante picado de tomates, pimientos y cebolla.

Pesca

En cuanto a los escabeches, de tanta tradición en la calurosa Extremadura, se mantienen diversas variedades como el moji de peces o el escarapuche de la Siberia Extremeña.

Escarapuche de tencas

600gr de tencas , 2 huevos cocidos, 2 tomates,1 cebolla, ½ cucharada sopera de vinagre de vino, aceite de oliva y sal.

Asar las tencas en una parilla (preferiblemente a la brasa), evisceradas pero con escamas, hasta que estén bien tostadas por ambos lados. Eliminar raspas y escamas y mezclar en un recipiente ancho con los tomates lavados y cortados junto con la cebolla pelada y cortada en juliana, y el huevo cocido picado. Preparar una vinagreta con aceite de oliva, vinagre y sal y aliñar con ella la ensalada, mezclando bien todos los ingredientes. Servir en frío.

Los guisados y estofados de carnero, cordero, gallina, perdiz, liebre y conejo a los que el musulmán supo dar un poderoso atractivo culinario jugando con el misterio que da al gusto el uso de hierbas aromáticas como el cilantro muy generalizado en la cocina islámica. De entre la gran variedad de guisos que los musulmanes dieron al carnero destacan los de plato verde, debidos al cilantro verde usado en su preparación del que es tributario el trujillano carnero verde a la antigua.

Carnero verde a la antigua

1 kg. de carne de carnero,100 grs. de cebolla,100 grs. de tocino entreverado, ½ dl. de aceite de oliva y sal

Para el majado:

3 dientes de ajo fritos, 25 grs. de piñones fritos, 5 hojas de hierbabuena, 1 rama de cilantro, 1 rama de perejil, ½ cucharadita de cominos, 1 dl. de vinagre de pitarra, 50 grs. de miga de pan (empapada en el vinagre de pitarra)

Cortar la carne del carnero en trozos regulares. Poner a cocer en agua con el aceite crudo, la cebolla, el tocino picado muy fino y la sal.
Hacer el majado en un mortero con todos sus ingredientes hasta conseguir una pasta homogénea. Desleír con el caldo de la cocción y agregar al carnero, dejándolo al fuego hasta su total cocción. Rectificar de sal y espolvorear con cilantro fresco picado.

Aquel otro plato llamado sinâbi a base de carne de oveja, cocinada en olla, con sal, aceite, hierbas y a fuego medio, guarda una estrecha relación con la emblemática caldereta de cordero. Las empanadas de pichones y zorzales, las albóndigas, incluso nuestros espárragos trigueros (asfarach) son deudores de guisos musulmanes, sobre todos estos últimos guisados a la manera del gran Ziryab. También son deudos de tal tradición los platos de berenjenas, la gran variedad de huevos rellenos, guisados de verduras y una amplísima gama de dulces, como las rosquillas de alfajor o aquellos otros amasados a base de nueces, almendras y avellanas, de las que son tributarios la Técula Mécula de Olivenza y el Muégado de Guadalupe (conocido por los musulmanes como nuégado o alajú).

sefaradíes

La palabra Sefarad designa en lengua hebrea a nuestra Península Ibérica. Sefardí es el descendiente de aquellos hispano-judíos que vivieron en España y Portugal desde la colonización fenicia del Mediterráneo hasta su expulsión, decretada por los Reyes Católicos, en 1492. Los sefardíes forman parte integrante del acervo cultural de Hispania, con un idioma propio, el ladino, una milenaria religión, con costumbres y tradiciones propias y, cómo no, una gastronomía particular definida por la procedencia geográfica peninsular de cada familia sefardí. La gastronomía sefardí va íntimamente ligada a la práctica de la ley mosaica y las observancias kosher, leyes, más bien interpretaciones del Levítico y la Torá, que estipulan qué alimentos son adecuados y cómo deben ser consumidos por los fieles hebreos. La cocina sefardí forma parte integrante de la gastronomía mediterránea debido al tipo de ingredientes que usa para sus platos y a las recíprocas influencias culinarias ejercidas con respecto a la cultura musulmana y cristiana. Los platos sefardíes suelen ser laboriosos debido a que son parte de la conexión del pasado con el presente. Los platos marinados en vinagre (escabeches) se denominaban agristadas (de sabor agrio) eran comunes con pescados y carnes, ya que el objetivo era la conservación de los alimentos, en ocasiones para poder comer el shabat (día en que está prohibido cocinar) y disfrutar de un plato ya preparado en conserva. La gastronomía sefardí dota a la dieta mediterránea de un aire de misticismo en la elaboración de sus recetas más tradicionales.

Tras las persecuciones del Santo Oficio muchas familias sefardíes se embarcaron hacia el Nuevo Mundo, llegando a formar parte de la creación de nuevos países y nuevas mezclas de tradiciones como México o Argentina. Otras familias, en cambio, llevaron sus raíces hispano-judías por toda Europa, siendo las comunidades sefardíes más reconocidas las de Estambul y Salónica. En la sinagoga Shalom de Salónica se reúnen aún hoy los descendientes de los sefardíes procedentes de Extremadura como los Albukerk, los Benveniste o los Kuriat.

familia extremeña Deleitosa Eugene Smith

Entre los platos más esenciales de la cocina sefardí, se encuentra la adafina, derivado del verbo árabe dafana que significa ocultar, haciendo mención al recipiente donde se preparaba hundido en la ceniza. La comunidad sefardí oficia este plato en cuya composición entran principalmente carne, verduras y especias, cocinado a fuego lento, en la noche del viernes al sábado. Bastará a los cristianos viejos añadir tocino para transformar la adafina en nuestro festejado puchero o cocido que llevará en Extremadura tres ingredientes básicos: los garbanzos, el tocino y la morcilla.

Adafina

500 gr. garbanzos remojados, 800 gr. carne de ternera, 8 huevos limpios y con cáscara, 50 cl. aceite de oliva, ajo, laurel, azafrán, nuez moscada, pimienta y sal

Para las albóndigas:

400 gr. carne de cordero picada, 2 huevos, 50 gr. pan rallado, 80 gr. arroz cocido, ajo picado, perejil, nuez moscada y sal.

Poner a cocer en agua caliente la carne de ternera troceada, los huevos enteros con cáscara, el ajo, el aceite, el azafrán, el laurel, la pimienta y la nuez moscada. Con la carne de cordero picada hacer unas albóndigas grandes y pasarlas por huevo y pan rallado. Freír un poco y agregar a la cocción anterior. Dejar cocer y rectificar de sal.

El animal que gozará de mayor estima para los sefardíes extremeños será el carnero castrado. Su carne debía ser consumida sin ningún tipo de grasa, especialmente la de la papada, denominada landrecilla, de la que derivaría el guiso conocido como landrilla. La aversión de los judíos hacia todo tipo de grasa y especialmente del tocino, significará que su consumo sea la prueba más evidente de conversión al cristianismo.

Cordero con turmas y ciruelas pasas

3 paletillas de cordero, 200 grs. de turmas (criadillas de tierra), 100 grs. de ciruelas pasas sin hueso, 1 dl. de aceite de oliva, 2 dientes de ajo, ½ cebolla, azafrán y pimienta negra molida

Deshuesar las paletillas y trocear su carne. Freír los trozos de carne de cordero en aceite y reservar. Freír en el mismo aceite los dos dientes de ajo picados a los que se les añadirá la media cebolla y el azafrán y una vez dorados se mojarán con agua. Agregar estos ajos con el agua a una cazuela con la carne del cordero reservada donde se cocerá el conjunto hasta que la carne esté hecha y jugosa. Para finalizar se añaden las criadillas de tierra troceadas y las ciruelas pasas sin hueso.


Pan dulce de Sefarad

2 huevos, 200 grs. de almendra triturada, 200 grs. de almendra fileteada, canela molida, azúcar y agua para hacer un almíbar

Para la plancha de bizcocho:

8 huevos, ralladura de limón, 100 grs. de harina, 100 grs. de harina de almendra y 50 grs. de azúcar

En primer lugar, elaborar un almíbar a punto de hebra flojo. A parte, elaborar el relleno mezclando los huevos batidos y la almendra triturada añadiéndolo al almíbar elaborado. Poner el conjunto al fuego y retirar cuando rompa a hervir.

Para la plancha del bizcocho, batir las yemas de los huevos junto con el azúcar y la ralladura de limón. A parte, montar las claras de los huevos y, una vez montadas, añadir a las yemas batidas junto con el resto de los ingredientes. Hornear la mezcla a 180º C. hasta que la plancha de bizcocho esté dorada. Disponer la plancha de bizcocho, sobre ésta el relleno y terminar de decorar con la almendra fileteada.


venta en el sur extremadura Kurt Hielscher

En la ceremonia ritual judía de sacrificar los ganados, conocida como sehitah, se encuentra el origen de una de las más populares y arraigadas costumbres gastronómicas extremeñas: la matanza. Sustituyendo el carnero, oveja o vaca sacrificados por la judería por el cerdo ibérico criado en la dehesa tendremos cómo la matanza hebrea se injerta en las tradiciones de los cristianos viejos, naciendo una de las más generalizadas y festejadas costumbres culinarias, fuente de pantagruélicos y meritorios guisos de lo que hoy, tras un par de milenios, se titula Cocina Extremeña, pero esa, es otra historia, otro personal homenaje a la antigua tierra que me vio nacer.

Juan Sanguino Collado