lunes, 16 de febrero de 2009

"El Satyricón" de Fellini y el Parador de Mérida protagonistas de la primera entrega del ciclo "Cenas de Cine"





Otro interesante proyecto en el que nos vimos inmersos fue la recreación culinaria del banquete de Trimalción, episodio perteneciente al extraordinario Satiricón de Petronio, pero esta vez en vez de basarnos en la literatura empezamos a crear sobre el discurso artístico-gastronómico versionado por el siempre polémico y genial Federico Fellini en su película Satyricon (1969) donde los protagonistas cobran vida y el ambiente decadente y sensual de una cultura que se desmorona en su propia vacuidad inunda los ojos del espectador. Este proyecto formó parte del exitoso ciclo "Cenas de Cine", organizado por la Fundación de Estudios Romanos y la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Romano. He aquí la interesantísima noticia publicada en Extremadura al Día:



"El Satyricón" de Fellini y el Parador de Mérida protagonistas de la primera entrega del ciclo "Cenas de Cine"


Por:Pilar Fernández 27 feb 2005



El pasado jueves, 24 de febrero, comenzó en el Centro Cultural Alcazaba un interesante y novedoso ciclo titulado "Cenas de Cine", organizado por la Fundación de Estudios Romanos y la Asociación de Amigos del MNAR, con la colaboración de cinco prestigiosos restaurantes de la ciudad. Se trata de la proyección de cinco películas de calidad en las que la comida, o la ausencia de ella, son protagonistas, y la degustación de un menú elaborado en función del film, un auténtico reto para la imaginación y el saber hacer de los más avispados cocineros.

Las sesiones se iniciaban el jueves a las siete de la tarde con la película del director italiano Federico Fellini "El Satyricón", versión libre de la obra del autor latino Petronio. Unas 200 personas asistieron a la proyección del film que fue seguida de un coloquio posterior en el que participaron el periodista Ramiro Cristóbal, el crítico de cine Fernando Sarriá, el jefe de cocina del Parador, Juan Sanguino y el director del ciclo Luis Argüello.

El virtuoso y siempre accesible, además de gran cocinero, Juan Sanguino, que esa noche se estrenaba con una carta inspirada en el episodio de la película que lleva por Título "El Banquete de Trimalción", nos confesó que se lo había tomado muy en serio: ha leído dos veces el libro y ha visionado en numerosas ocasiones la obra de Fellini, todo ello para descubrir con mayor exactitud lo que se comía en la Roma de la época de Nerón en un banquete ofrecido por un patricio romano. Lo más llamativo, gastronómicamente hablando, de esta cinta, es un gran cochinillo relleno de morcillas, de gallinas pintadas y otras exquisiteces. Sanguino nos adelantó que él había utilizado los mismos ingredientes en su menú, pero adaptándolos al paladar contemporáneo.

Por su parte, el periodista Ramiro Cristóbal, comenzó afirmando que "El Satyricón" es una visión muy personal del director sobre la novela de Petronio, que le sirve de pretexto para hacer lo que calificó de "ciencia ficción del pasado", al contrario de lo habitual en el séptimo arte, que es la ciencia ficción sobre el futuro. Este film es parte de una trilogía felliniana que comienza con "La Dolce Vita", para seguir con "El Satyricón" y concluir con "El Casanova", en la que, según Cristóbal, el cineasta utiliza la historia para hablar, en realidad, de la Roma que le tocó vivir en clave de metáfora, de la Italia de los años 50.

Esta es una de las películas menos paradigmáticas de su realizador y muestra bastantes semejanzas con el cine de otro gran director italiano: Pier Paolo Passolini. El conocido periodista se refirió a que, al igual que en Passolini, los protagonistas son jóvenes que tratan de prolongar su adolescencia y que no quieren alcanzar la edad adulta porque eso implicaría dejar de tomar la vida como un juego, como una aventura continua y empezar a asumir responsabilidades.

Ramiro Cristóbal dijo que "El Satyricón" está rodada como si de una fantasía onírica se tratase: que, a veces, es un sueño erótico y alegre y. Otras, es una pesadilla. Casi podríamos afirmar que el film es una ilustración del psicoanálisis de Freud. El personaje principal, Encolpio, es un joven patricio enamorado del efebo Giton, quién, en su búsqueda continua de un amante que se muestra esquivo, nos va desgranando todos los ambientes de la Roma de la época del emperador Nerón. Como la obra de Petronio nos ha llegado fragmentada, la película también es fragmentaria y carece de principio, nudo y desenlace. El final es el comienzo de un nuevo episodio que queda sin desarrollar: "Y un joven griego vino y contó..."
. Una obra inacabada que deberá completar la imaginación del espectador.

A su vez, Fernando Sarriá, Critico de cine, nos explicó en el coloquio su visión de esta cinta. En primer lugar, quiso llamar la atención acerca de que la obra cinematográfica no se rodó, salvo algunas escenas, en escenarios naturales, sino en los estudios de Cinecittá, en Roma. Hasta entonces se habían hecho cine de romanos, un género conocido como Peplum, idealizando la vida de nuestros antepasados, en el más puro estilo de Hollywood. "El Satyricón" tiene el mérito, en palabras de Fernando Sarriá, de ser la primera vez que un film nos ofrece la otra cara de la Roma Clásica: los barrios bajos, las ínsulas, o bloques de pisos donde vivía la mayoría de la gente, incluso una delirante visión del barrio de las prostitutas.

Las paredes desconchadas, decoradas con graffitis, son una nota de originalidad en la película. Ni siquiera las supuestas termas romanas son tales, ya que esas escenas se rodaron en los bajos del Coliseo, en una zona completamente en ruinas. En los peplum sólo aparecen las grandes y suntuosas villas romanas donde viven los patricios, pero aquí vemos las ínsulas proletarias, incluso, una de ellas se derrumba a nuestros ojos, y muchas personas mueren aplastadas. Se trata de ese pueblo de Roma que sufre, niños, ancianas, caballos desbocados que se sueltan de las bridas. Sarriá llamó la atención acerca de otros dos personajes: el pirata Licas y el poeta Eumolpo.

El primero es un pirata de los mares, proxeneta del emperador, que surca el océano con su gran barca para buscar nuevos efebos, muchachos y doncellas que satisfagan las ansias de novedad de su señor y también las suyas propias; el otro es el poeta, que aparece al principio de la película en la más absoluta indigencia, adulando a Trimalción para poder disfrutar de su banquete, pero que luego, hacia el final, reaparece rico y corrupto, para morir poco después, dejando un curioso testamento: todo el que quiera heredar su oro debe comerse un pedazo de su carne muerta. Gran Metáfora: los herederos devoran al artista muerto a cambio de dinero. Recordemos que a este personaje se lo encuentra el protagonista en una pinacoteca, donde, rodeado de obras maestras, hace un discurso sobre el mercantilismo en el arte.

Por último, habló el director del ciclo, Luis Argüello, se fijó en que el personaje del patricio que aparece junto con su esposa, una jovencísima Lucía Bosé, que acaba suicidándose por honor, se podría identificar con Petronio, que murió de la misa manera: cortándose las venas de las muñecas. Esta imagen de Petronio como "Pater Familias", despidiéndose de sus hijos antes de morir, no se corresponde, según Argüello, con el Petronio autor latino, que llevaba una vida disipada, durmiendo por el día y dedicándose a "sus negocios" por las noches.

Más bien Fellini lo que trata con este noble personaje es de contraponerlo al resto de los que aparecen en la película. Un romano honesto y su modélica familia frente a un montón de crápulas, oportunistas y sinvergüenzas: la Roma más decadente y más podrida. De todos modos, decía el director del ciclo, Fellini no se define, no nos da una lección moral, se limita a pasar la vista como un entomólogo por las diversas especies que allí se dan cita. Respecto a la gran galería de enanos, tullidos y personajes deformes que aparecen en escena, nos contó como anécdota que el director italiano ponía anuncios por toda Roma diciendo que iba a rodar una nueva película y así iba reclutando a tan extraños ejemplares humanos. En cuanto a los jóvenes protagonistas, escogió actores ingleses y no italianos porque le pereció que daban mejor el tipo de los personajes de Petronio.

La cena en el Parador
Finalizado el coloquio, los participantes se desplazaron hasta el parador de Mérida, allí, en el salón Trajano, decorado al gusto de la época, degustaron el magnífico menú romano, inspirado en el banquete de Trimalción, que había confeccionado el jefe de cocina, Juan Sanguino. La opulenta comida la ofrece Trimalción, un liberto recientemente enriquecido, para sus invitados, entre ellos el poeta pobre Eumolpo y el protagonista Encolpio.

Se trata del típico ejemplo de "convivium" romano, un banquete organizado por este nuevo rico, un anfitrión que no repara en gastos, haciendo ostentación de riqueza tanto en la decoración de su casa como en la elaboración de numerosos platos parra un abundante número de invitados. La cena se sucede durante horas y horas, acompañada de representaciones teatrales, bailes y conversaciones en torno al "Carpe Diem" o la fugacidad del momento.

Los comensales pudieron disfrutar de un magnífico menú que les ofrecía, al precio de 30 euros, unas exquisitas "Gvstatios" o entrantes: salazones de baelo al aceite de la Bética, pulpo de Éfeso a la pimienta, codornices asadas con pétalos de rosa y Pan Cibarius del horno de Salvio. Como "Prima mensa", o menú propiamente dicho: Pátina de espárragos de la Lusitania en salsa de setas del César (este plato hay que decir que estuvo especialmente delicioso), Cochinillo al gusto de Trimalción con morcilla asada sobre ciruelas de Damasco y Pintada rellena de hígado de pato, éstos don últimos platos son un homenaje, condensado y al gusto de la cocina de hoy, a ese cochinillo relleno de todo tipo de viandas que figura en la obra literaria y que también aparece en la película. Para finalizar con los postres o "Secvnda Mensa": Dulce de passum con manzanas de las Hespérides y pasas de Corinto y peras rellenas de mazapán en mulsum.

Todo ello regado con agua de Alange y vinos romanos: Conditum y Mulsum. Para finalizar y hacer una buena digestión, los participantes en el banquete tomaron una tisana de hierbas mágicas de la Sybila: mezcla de azahar, hierba Luisa, cola de caballo, semillas de hinojo y Melisa. Como ven, toda una lección de sabiduría gastronómica romana y un deleite para los sentidos.


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